La historia

En el siglo XVII, la Corona Española, en un esfuerzo por controlar a las culturas prehispánicas, estableció una prohibición sobre la producción de “vinos nativos”, como el mezcal. Sólo vinos de mesa, para consumo de los criollos, estaban permitidos en la Nueva España. Esto obligó a los mezcaleros a la clandestinidad. En la antigua Valladolid, las mezcalerías se escondieron en las montañas boscosas de Mil Cumbres. Fuera de la vista de los españoles, pero cercanos al Camino Real, continuaron produciendo mezcal Cupreata. Y para transportarlo, tuvieron la brillante idea de almacenarlo en barricas de roble francés, usadas normalmente para los vinos de mesa. Para sorpresa de todos, el sabor ahumado del mezcal cupreata combinó de manera perfecta con los tonos de madera del roble francés. Y ésta es la receta que persiste en una botella de Barrica Mil Cumbres.